Es inevitable sentirse abrumado cuando se comienza en algo. Y es simplemente porque un inicio también representa un final y por lo mismo al mirar atrás ya no hay de donde puedas sujetarte. Se acabó tu seguridad y tus viejos hábitos. Debes empezar de nuevo. Es difícil caminar con toda esa carga extra y aunque puedes intentar volver a tus zonas seguras, a la validación y a lugares que te hacen sentir por momentos bien, la incomodidad permanece. Es increíble la sincronía que impera en esta realidad, todo gira y se cae solo para que te muevas, para que empieces de nuevo, desde otro lado. Con otros ojos. Los de alguien que aprendió a perder y lo está volviendo a intentar. Inicia.
